Descubre los beneficios cardiovasculares de la natación.
Nadar es el deporte que más ventajas aporta al cuerpo y a la mente. Ayuda a mantenerse en forma, mejora la salud en general, y resulta especialmente beneficioso para el sistema cardiorrespiratorio.
Varios estudios, entre los cuales uno de los más importantes es el de la Universidad de Texas publicado en el “American Journal of Cardiology”, muestran que nadar habitualmente mejora el funcionamiento vascular del corazón y hace disminuir la presión sanguínea.
Los investigadores llegaron a esa conclusión después de estudiar los resultados de cuarenta voluntarios con estilos de vida sedentarios. Después de tres meses practicando la natación, empezaron a notarse los efectos. Bajó la presión sistólica y la arteria carótida se volvió más flexible, lo cual mejora su capacidad de bombear sangre con eficacia.
UN CORAZÓN SONRIENTE GRACIAS A TI
Nadar es fundamentalmente una actividad aeróbica que aporta claros beneficios cardiovasculares.
Si eres constante (mi consejo es que nades dos o tres veces por semana), el tejido muscular del corazón se acostumbra a consumir menos oxígeno y no desperdiciar energía, de manera que late más despacio
Aparte de esa gran ventaja, el ejercicio en el agua tiene otros efectos beneficiosos para el corazón:
- Aumenta de tamaño.
- La capacidad del ventrículo izquierdo es mayor.
- Se contrae más rápido y más eficazmente.
- La cantidad y calidad de las arterias coronarias que llevan sangre al corazón también aumenta.
- El nivel de colesterol baja.
- Los niveles glucémicos están más controlados.
- La presión sanguínea disminuye.
CONSEJOS PARA EVITAR CONTRATIEMPOS
Como la natación exige un grado considerable de esfuerzo físico, sugiero un reconocimiento médico con electrocardiograma incluido (mejor si es una prueba de esfuerzo). No debes considerarlo una pérdida de tiempo o de dinero, sino una buena manera de proteger la salud.
Es muy importante no tener prisa. Siempre es mejor empezar con tranquilidad, sin exagerar ni tratar de batir el record de los 50 m libres. Procura mantener un ritmo uniforme todo el tiempo que estés en el agua, consumiendo energía y calorías durante al menos 40/45 minutos.
Mantén el ritmo cardiaco por debajo del máximo, que para una persona sin entrenamiento previo y sin problemas cardiacos ronda los 120 lpm. Si no tienes un monitor de frecuencia puedes medirla poniendo el índice en la muñeca o el cuello, contando los latidos por cada quince segundos y multiplicando por cuatro.
No te olvides de descansar. La fase de recobro es vital. Si el ritmo cardiaco baja con rapidez, todo va bien. Si tarda en volver a sus valores normales, quiere decir que no recuperas bien, en cuyo caso lo recomendable es descansar más tiempo y. probablemente, consultar a un cardiólogo.
¡Disfruta cuidando de tu salud en el agua y recupera bien para el próximo artículo!