A menudo, mientras espero para comenzar mis entrenamientos, me detengo para observar cómo las personas junto a la piscina observan las lecciones y lo que está sucediendo en la piscina.
A mi lado, con expresiones faciales cansadas pero satisfechas, se sientan los padres de los protagonistas.
A veces me detengo a charlar con ellos y siempre me fascina cómo me cuentan sobre sus atareadas y agotadoras vidas, pero también repletas de alegría y orgullo.
Cada familia se organiza alrededor de horarios ajustados y bien organizados. Sin embargo, una noche, un entrenador detiene a un padre y les dice que su hijo está haciéndolo bien y les sugiere que comience a “nadar profesionalmente”. Momento en el que los padres exhuman satisfacción a la vez que se dan cuenta de que sus vidas están a punto de cambiar radicalmente.
Ser padre de un atleta no solo significa estar ahí para sus victorias, ver cómo sus cuerpos cambian de una manera saludable y proporcional y sus mentes se transforman en jóvenes atletas disciplinados.
Ser padre de un atleta es duro y agotador y significa mucho sacrificio.
Mientras que otros niños se despiertan justo antes de tener que ir a la escuela, la mayoría de los padres de los nadadores se despiertan antes que los propios deportistas para prepararles el desayuno, mientras que el resto de la ciudad y sus compañeros de trabajo están profundamente dormidos. Cada día, preparan sus bolsas, lavan sus bañadores y toallas y preparan todo el resto del equipo.
Por no hablar de los fines de semana, que es cuando realmente notas la cantidad de dedicación que requiere.
Las competiciones pueden ser tanto en la misma ciudad como en toda la región y necesitan de mucha organización. Cuando creas que finalmente lo tienes todo planeado, es hora de comenzar a organizar los eventos de la semana siguiente.
Un padre de un atleta sabe lo que significa sincronizar los calendarios de su propia vida con el de los eventos de natación, no solo en el factor tiempo, sino también en lo económico. Los costes pueden llegar a ser sustanciales, especialmente considerando que son costos extracurriculares.
De la misma manera que no existen guías sobre cómo ser un buen padre, tampoco hay ninguna que explique cuál es la mejor manera de apoyar a sus jóvenes atletas.
Hablando con aquellos que pasan su tiempo en la sombra observando a sus pequeños, he aprendido que no solo los padres están orgullosos de sus hijos, sino también los jóvenes atletas los que están orgullosos de sus increíbles padres por estar ahí.