Quienes nadamos en aguas abiertas hemos visto en persona los problemas medioambientales del hábitat marino. El ritmo al que nos desplazamos nos permite observar con detenimiento el deterioro y el tiempo que pasamos en la playa nos lo muestra en toda su amplitud. Gran parte del consumo que se hace en el planeta es inconsciente. Lo mismo si son noticias que comida, o los productos de uso a diario, pasan por nuestras vidas sin que nos preocupemos de los efectos.
Sin embargo, es responsabilidad nuestra adoptar hábitos respetuosos con los ecosistemas que tanto amamos. La adaptación al cambio no es un camino fácil y ninguna generación la ve realizada por completo. Por lo que a mí respecta, no quiero pasar por el planeta Tierra sin al menos poner de mi parte.
Llevo tiempo dándole vueltas y, después de barajar muchas posibilidades, he elaborado una pequeña guía para que los nadadores de aguas abiertas actuemos con responsabilidad. En realidad, mis sugerencias no son exclusivas para quienes practicamos este deporte, sino que todo el mundo puede tomar mejores decisiones y proteger el entorno marino.
Abre los ojos, observa a tu alrededor, y toma nota. ¿Qué ves? ¿Qué reacción te produce? ¿Qué piensas hacer al respecto? La gente mira para otro lado cuando se encuentra con los signos del deterioro. Sin embargo, la situación solo mejora si tomamos consciencia. Cuando acertamos con las causas, somos capaces de emprender acciones adecuadas. Por eso es tan importante, de manera individual, darse por enterados y comprometerse a actuar.
Una vez que decides encarar el problema, es hora de dar con un plan lo más eficaz posible. Por todo el mundo hay organizaciones como Project Planet y Plastic Free Cayman que organizan campañas de limpieza de playas. Busca la que tengas más cerca y pregunta cómo colaborar. Otra opción es convocar tu propia campaña, empezando por las redes sociales, para invitar al público a que participe. Te sorprenderá la cantidad de gente interesada en ponerse manos a la obra. Lo único que necesitas es una provisión de guantes, bolsas y botellas de agua reutilizables. No hace falta dedicar mucho tiempo, enseguida verás que las bolsas están llenas y media hora es suficiente para hacer un gran trabajo por el ecosistema costero.
El primer paso hacia el progreso es sensibilizar a la gente. Después de abrir los ojos, hay que contar lo que has visto. Las redes sociales ofrecen el mejor escaparate para mostrar las fotos y vídeos de tus expediciones de limpieza en las playas. Si no tienes acceso a las plataformas, pide ayuda a tus amistades. Es muy importante que la población local, allí donde vives, esté bien informada. Una vez que conozcan tus esfuerzos, seguro que muchos deciden colaborar.
Hay organizaciones y oenegés que comparten tus preocupaciones y valores. Entra en contacto y pregunta si puedes recaudar fondos para ellos poniendo en marcha travesías patrocinadas en aguas abiertas. Cuida la relación con ellos en el largo plazo para que se convierta en una simbiosis y os beneficie a ambos.
Cuando te asocias con grupos que persiguen tus mismos objetivos puedes usar sus recursos para que tu trabajo tenga un mayor alcance. Muchas empresas están deseando cooperar con individuos y organizaciones comprometidos con la mejora medioambiental. Para cualquier compañía resulta muy valiosa la conexión con personas cuya acción tiene un efecto positivo.
Hemos completado el ciclo y de nuevo es hora de mirar hacia dentro. Si quieres que los demás hagan su parte, toca predicar con el ejemplo y elegir las mejores alternativas de consumo responsable. El empaquetado correcto, con materiales no tóxicos, contribuye a mejorar el estado del mar y a la vez cuida tu salud. Estudia las marcas a las que das tu confianza. ¿Adoptan las medidas adecuadas? Cuando orientamos nuestras preferencias hacia compañías que actúan de manera responsable estamos ejerciendo nuestro poder como consumidores. Haz los deberes e infórmate sobre las marcas de productos de natación a las que apoyas con tus compras.
El proceso lleva tiempo. Mejor que cambiarlo todo a la vez es adaptarse, empezando por lo que está a nuestro alcance, y sabiendo que vamos en la dirección adecuada. Una vez que adquieres la rutina, terminas logrando avances sin esfuerzo.
En cada uno de los pasos propuestos, elige la acción que te resulte más natural. Las prioridades de unas personas y otras no tienen por qué ser las mismas. El trabajo de divulgación es tan importante que los gobiernos deberían dedicarle más presupuesto. Por eso es tan necesaria la iniciativa particular.
Por mi parte, no pienso quedarme sentado contemplando el deterioro medioambiental del planeta sin hacer nada.