Entre los mayores beneficios de la natación, de los que como sabéis nunca nos cansaremos de hablar aquí, se cuenta la mejora de la autoestima. Cuando cumplimos objetivos gracias a nuestra perseverancia nos vemos, lógicamente, con mejores ojos. La autoestima, o evaluación que hacemos de nuestra propia valía, mejora con la práctica deportiva que promueve la realización personal y la búsqueda de la felicidad. Además, con la autoestima mejoran nuestras relaciones. Si nos juzgamos con severidad a nosotros mismos, mal vamos a ser indulgentes con el prójimo.
Aprender a moverse en un medio extraño exige un aprendizaje que por fuerza tiene que hacernos sentir mejor con nosotros mismos. Aparte del esfuerzo físico hay muchos motivos para estar orgullosos. Por ejemplo, las largas horas de entrenamiento en solitario dependiendo únicemente de nuestra fuerza y habilidad. Sin embargo, aunque los logros deportivos nos den el empujón de confianza que necesitamos a veces, nos equivocamos si nos queremos motivar nada más con resultados. Veamos por qué.
Es un error muy común ponerse a presumir de nuestras hazañas en el agua delante de los amigos y la familia, pensando que su aplauso nos dará ganas de echar el resto. En realidad, la búsqueda de atención no trae más que dolores de cabeza. Tarde o temprano fallamos en una carrera, o encontramos una nueva afición, y entonces llega el «tierra, trágame». Lo que hacemos lo tenemos que hacer por nosotros y no para complacer o impresionar a nadie.
Parece obvio, pero al final lo que importa es cómo te ves tú. Los logros te tienen que procurar un placer personal que vaya más allá de los elogios ajenos. Y cuando decimos que es importante cómo te ves, nos referimos también a cómo te ves frente al espejo. En el caso de la natación, aunque a veces nos dejamos llevar por la rutina, es importante elegir el bañador «ideal». El que parece hecho para nosotros y nos dibuja una sonrisa al mirarnos.
Por no hablar de lo que mejoran la idea que tenemos de nosotros mismos los beneficios físicos y estéticos del deporte.
Cuando hacemos deporte queremos resultados. Esperamos que desaparezca la barriga y que los glúteos parezcan esculpidos en mármol. Nadie discute que contemplar nuestra mejor versión sube la autoestima. El problema es que los resultados nunca llegan en el corto plazo, si no que se hacen esperar. Si te entran las prisas, perderás la paciencia.
Pero todo tiene solución. Para amplificar el efecto puramente estético, combina tres deportes, añadiendo el ciclismo y la carrera a tus esfuerzos en la piscina. La estrategia polideportiva tiene muchas ventajas. Reduces el riesgo de lesión (porque el tiempo de recobro entre entrenamientos es mayor), ganas motivación (porque te lo pasas mejor), haces amigos, y de paso tu cuerpo se va convirtiendo en un modelo de belleza y harmonía. El cuerpo de triatleta, por si no lo sabes, es el más equilibrado, con músculos definidos, hombros anchos, buena postura y mínima grasa.
¿Te reconoces en nuestras sugerencias? ¿Cómo ha mejorado la natación tu autoestima? ¡Que no se te olvide contarnos tu experiencia!