Hace escasamente unas décadas los médicos les decían a sus pacientes embarazadas que se lo tomaran con calma y evitaran cualquier esfuerzo innecesario. Hoy la historia es muy diferente y se anima a las mujeres a practicar el ejercicio físico durante el embarazo. Los beneficios saltan a la vista: el ejercicio contribuye mejorar tu salud y la de tu bebé, te ayuda a mantener el peso ideal y te aporta la resistencia necesaria para el parto y la recuperación. Además, gracias al ejercicio vas a dormir mejor y a sentirte más animada y activa.
La natación es un ejercicio que se adecúa especialmente a tus necesidades y la puedes practicar hasta el último día mientras no se presenten complicaciones. Estas son las cinco mayores ventajas de nadar durante el embarazo.
La natación lo tiene todo. Cuando estás embarazada tu vida se complica, de manera que si no te sobra el tiempo y quieres concentrarte en un único deporte que te mantenga en forma, la natación cubre todos los ángulos. Ofrece la posibilidad ejercitar el cuerpo al completo, implica todos los grupos musculares importantes y permite ganar fuerza y flexibilidad. A eso hay que añadir que aumenta la resistencia y te ayuda a recobrarte de los esfuerzos más rápido, fortalece el corazón, mejora la circulación sanguínea y estimula la capacidad de absorber oxígeno. ¡Justo lo que te ha recetado el doctor!
Nadar es un ejercicio que protege las articulaciones y los ligamentos. Durante el embarazo el cuerpo produce una hormona llamada relaxina que relaja los ligamentos para ayudar a la pelvis y el útero a expandirse. También permite a las arterias adaptarse al mayor volumen de sangre y relaja el sistema musculoesquelético, lo cual resulta en articulaciones más flexibles y mayor curvatura espinal. En consecuencia, las mujeres embarazadas son más vulnerables a las lesiones articulares. La natación en un deporte de bajo impacto que reduce el riesgo de esguinces y otras lesiones en las articulaciones. Además, el hecho de ir flotando en el agua reduce la tensión en la espalda y te permite sentirte mucho más ligera.
El agua fresca evita que suba en exceso la temperatura corporal. Cuando estás embarazada tu ritmo respiratorio se acelera y rompes a sudar en un punto menor de esfuerzo para proteger al feto de las subidas de temperatura. Aunque el riesgo de alcanzar una temperatura peligrosa practicando ejercicio es mínima (salvo que sea un ejercicio extenuante al aire libre en un día muy caluroso y húmedo), el aumento de riego sanguíneo y el índice metabólico alto propios del embarazo te harán sentir más el calor mientras practicas deporte. Si esa sensación te resulta molesta, la natación es el mejor recurso.
Nadar alivia la náusea. Cada embarazo es diferente y cada mujer tiene sus trucos para mantener a raya las náuseas, pero muchas mujeres que lo pasan mal por las mañanas dicen que encuentran alivio en la natación. Independientemente del motivo, tanto si es el efecto saludable del ejercicio físico como si se trata de una respuesta psicológica más específica al propio movimiento o a la relajación de estar en el agua, hay algo que parece ayudar a las mujeres a sentirse mejor.
Nadar te permite mantener tu rutina. En algún momento vas a necesitar un bañador premamá, pero por lo demás no necesitarás hacer grandes cambios para adaptar tu rutina en el agua al embarazo. Aunque no es recomendable tirarse de cabeza, no hay problema con los giros mientras te sientas cómoda al hacerlos, y puedes continuar nadando a un nivel alto de intensidad si tienes energía para ello. También puedes seguir practicando todos los estilos. Algunos entrenadores recomiendan la braza para el tercer trimestre porque ayuda a fortalecer la espalda y los músculos del pecho.
En resumen, nadar os ayudará a ti y a tu bebé a manteneros más sanos y felices. ¡El deporte perfecto para las futuras madres!
¿Has nadado estando embarazada? ¿Qué opinas?
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