Una vez que hemos aprendido las nociones técnicas básicas, el giro y la zambullida, vamos ahora a intentar mejorar la técnica de espalda.
CONTROLA LA POSICIÓN – Especialmente aquellos que nunca han competido, cuando nadan en estilo espalda tienden a cometer dos errores que en realidad son inseparables, porque ambos tienen que ver con la posición del cuerpo en el agua
El primer error frecuente consiste en mantener el cuerpo en línea con la superficie. Eso es correcto en crol, pero no cuando nadamos de espalda. El esfuerzo de llevar el cuerpo en posición perfectamente horizontal para ganar hidrodinámica tiene la contrapartida de dejar las piernas demasiado altas para que cumplan su cometido.
Si tienes la oportunidad de que te filmen nadando a espalda, verás que tu cuerpo está más hundido en el agua que en crol. Por eso se dice a veces que la espalda se nada bajo el agua, en lugar de en el agua.
Al corregir este fallo no es raro provocar el otro, dejando que el trasero se hunda más que los pies hasta situarte en posición sedente.
CORRIJAMOS LA POSTURA – De los dos errores, el segundo se nota más, pero también es el más fácil de corregir: simplemente tienes que aumentar la velocidad de la patada, mover la barbilla unos centímetros hacia atrás, y ¡problema resuelto!
Por otra parte, intentar que el cuerpo vaya menos pegado a la superficie requiere un mayor esfuerzo. Aquí van unos cuantos consejos para lograrlo:
Como ya hemos dicho, aparte de frenarte por problemas de flotabilidad, estos fallos técnicos también neutralizan el impulso de las piernas.
Para estar seguros de que las piernas nos ayudan a corregirlos, debes entrenar la patada en ambas posiciones, tanto hacia arriba como hacia los lados.
Te proponemos un ejercicio específico con ese objetivo: 25 m de espalda – 25 m con el lado derecho – 25 m de crol con las manos quietas en los costados – 25 m con el lado izquierdo.
Con estos ajustes lograrás nadar más deprisa con el mismo esfuerzo y además, de paso, ganarás mucho en estilo.