La hidratación para los nadadores es tal vez uno de los aspectos que más frecuentemente se pasan por alto.
Teniendo en cuenta que la mayor pérdida de peso corporal durante el entrenamiento se produce en forma de líquidos, resulta obvia la importancia de devolver al cuerpo lo que ha perdido.
Los nadadores descuidan la hidratación más que otros deportistas porque en la piscina no es fácil darse cuenta del líquido que se pierde.
Por ejemplo, jugando al fútbol sudas y notas el aumento de la temperatura del cuerpo: la consecuencia lógica es beber agua, aunque nada más sea para refrescarse.
Nadando no se nota el sudor, pero se pierden líquidos igual, por ejemplo produciendo más orina. Por eso los problemas debidos a la deshidratación te pueden afectar incluso más que en otras actividades deportivas.
El más evidente es la probabilidad de sufrir calambres, que se producen cuando el desequilibrio de líquidos altera el proceso de contracción muscular.
El desequilibrio también puede causar cambios repentinos en la temperatura corporal, estrés cardiaco y sensación de debilidad. Por lo tanto, dejar de hidratarse antes, durante y después del ejercicio físico afecta al rendimiento.
Primero, manteniendo una buena hidratación durante todo el día. Segundo, teniendo siempre con nosotros una botella de medio litro (o mejor aún, de un litro) de agua junto al borde de la piscina.
Agua mineral es mejor que nada. Hay muchos productos, preparados o para preparar nosotros mismos, que se publicitan como lo mejor de lo mejor para el deporte. En vez que recomendar uno específico, mi consejo es aprender a interpretar la etiqueta para estar seguros de que la bebida:
Si prefieres una bebida casera, esta es mi “receta perfecta”:
Nunca esperes a tener sed antes de beber. Recuerda que esa sensación de sed es la alarma del cuerpo para avisar de la falta de líquidos y minerales. Además, estar en el agua engaña a los receptores sensoriales y te impide tener sed.
¡Bebe pequeñas cantidades con frecuencia mejor que mucho de golpe!
¡Salud!
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