Para los nadadores que tienen la suerte de vivir en la costa, no hace falta pensar mucho: entrenamiento en aguas abiertas. Ahora bien, ¿cómo disfrutar del tiempo veraniego en las ciudades de tierra adentro? La solución es la piscina exterior. Nada mejor que un baño tempranero con la superficie brillando al sol de la mañana o una zambullida a media tarde, cuando más aprieta el calor.
Así que prepara tu bolsa y calienta esos músculos, ¡el agua te espera!
Normalmente tiene que rondar los 26 o 27°C, pero no es fácil encontrar piscinas exteriores climatizadas en verano.
Además, la temperatura del agua está sujeta a las variaciones en la temperatura ambiental.
El efecto en el agua es significativo, y si está demasiado fría la capacidad cardiorrespiratoria y tu manera de nadar se ven afectadas, así que el entrenamiento puede no ser tan sencillo como de costumbre. Al mismo tiempo, las bajas temperaturas aportan sus propios beneficios:
SUGERENCIA
Hay pros y contras de la natación en un ambiente frío (nos referimos tanto a la temperatura del agua como del aire). Si la sensación llega a molestarte, ponte un mono fino y sin mangas para disfrutar sin problemas.
La luz solar, el brillo y los reflejos en la superficie pueden molestar mientras nadas, e incluso causar algún daño más o menos serio, dependiendo del tiempo de exposición. Para entrenar en exteriores, las gafas con un diseño específico son más que recomendables.
SUGERENCIA
arena ofrece una amplia gama de gafas para responder a todas las necesidades. Las lentes de espejo y las de colores oscuros son perfectas para nadar al aire libre.
Para terminar, la sugerencia en la que quiero insistir especialmente es que te cuides la piel. Hay que llevar protector solar y evitar exponerse demasiado tiempo. Que nunca tengas que perderte un buen baño porque te has quemado el día anterior.